Riesgo en las buenas y en las malas

En general, como seres humanos, solemos tratar de evitar la incertidumbre. Preferimos la seguridad que nos brinda conocer qué es lo que va a pasar, elegimos las certezas a las ambigüedades. Sin embargo, en contextos de negocios esta actitud es sumamente peligrosa. ¿Cómo gestionar anticipadamente las variables que más nos afectan?

El riesgo está relacionado con un contexto en el que desconocemos a ciencia cierta qué es lo que va a ocurrir, y en algunos casos se lo relaciona específicamente con las probables consecuencias no deseadas. Es muy común que se confunda el riesgo con el peligro, y de ese modo nos quedemos paralizados ante el temor. Paradójicamente, esta paralización es el mayor peligro, ya que no nos permite conocer explícitamente los riesgos más relevantes.

El riesgo también incluye las probables consecuencias positivas para nuestro negocio. Claro, los únicos que pueden sacar ventajas en momentos donde otros no se animan son aquellos que pueden estar monitoreando estas oportunidades que le brinda el contexto. A no olvidarse la máxima que reza: sin riesgo no hay retorno.

La incertidumbre incomoda

Habitualmente, los empresarios no suelen hacer un análisis de sus riesgos críticos sino proyecciones de las variables de negocios, sesgadas por el optimismo o el pesimismo al momento de realizarlas. El problema es que en general sobreestimamos nuestras capacidades de predicción y subestimamos lo que puede salir mal.

Se suele creer que un análisis del pasado nos ayudará a gestionar el riesgo futuro y la historia nos ha probado que esto no es así. Es muy común ver a managers que manejan sus empresas mirando hacia atrás, como si se pudiese conducir un automóvil utilizando solo el espejo retrovisor. En otros casos, se mira hacia adelante detectando las fuentes más críticas de incertidumbre, pero subestimando los eventos por su baja probabilidad de ocurrencia. El problema es que a veces esos eventos podrían ocasionarnos pérdidas incalculables (porque tampoco se calculan!) y no estar atentos a ello puede poner en riesgo el negocio.

Es hora de empezar a valorar de la misma manera el ‘ganar’ que el ‘evitar perder’, un dólar de pérdida vale lo mismo que un dólar ganado.

La gestión del riesgo, una fuente de ganancias

La gestión del riesgo nos ayuda a entender la incertidumbre para poder reducir el impacto de las amenazas y capturar las oportunidades que siempre están presentes en ríos revueltos. Hoy en día existen muchas herramientas para analizar en forma permanente los riesgos por lo que solo resta tener la voluntad de hacerlo.

Los diagramas de influencias permiten generar un entendimiento de las variables que impactan en el negocio y sus relaciones; la modelización estocástica permite incluir los riesgos incluso de baja probabilidad y evaluar el efecto que tienen en nuestro negocio; la generación de tableros de comando en incertidumbre nos ayuda a monitorear periódicamente las incertidumbres más críticas. Estas herramientas, entre otras, pueden ayudarnos en la administración de los riesgos de manera sólida.

En Tandem, trabajamos habitualmente en tres pasos para ayudar a organizaciones a gestionar la incertidumbre.

1. Identificar las variables críticas que afectan al área o al negocio a lo largo de las distintas etapas de la cadena de valor. Es crucial detectar cuáles son las decisiones esenciales (aquellas que más valor le agregan a la empresa) y distinguir las incertidumbres relacionadas ya sean externas (precio de los insumos, comportamiento del consumidor), o internas (riesgos operativos o de gestión).

2. Priorizar dichas variables realizando un análisis de impacto. Es crucial conocer el grado en el que cada variable afecta a nuestro negocio (análisis de sensitividad) y poder evaluar si estamos dispuestos a tomar esos riesgos. En algunos casos, la ocurrencia de ciertos eventos podría darnos vuelta la empresa y es allí donde necesitamos actuar con anticipación. La gestión de incertidumbre no acaba una vez listadas las variables porque existen eventos que son muy difíciles de predecir, incluso de baja probabilidad, pero que podrían tener impactos muy altos en caso de ocurrir. En esos casos, la recomendación es poner el foco en las consecuencias. A través de planes de contingencia las empresas pueden prepararse para las eventualidades en lugar de tratar de adivinar cuándo ocurrirán.

3. Monitorear las variables más sensibles de manera continua y no sesgada. Cuando se cuenta con una práctica habitual de chequeo de las variables críticas podremos animarnos a decidir aprovechando el riesgo a nuestro favor, conociendo que tendremos alertas tempranas que nos ayudan a actuar de forma anticipada para preservar las fortalezas del negocio, o para capturar situaciones que pueden hacer la diferencia en contextos inciertos.

Ya no alcanza con los informes que se hacen para presentar a los accionistas, o para cumplir las normas internas; los ejecutivos hoy necesitan tomar conciencia de los riesgos a los que se exponen y administrarlos ventajosamente.

Para hacerlo, las empresas necesitan trabajar en generar un espacio en sus agendas que los vincule con la incertidumbre. En algunos casos, lo deberán hacer internamente, incorporándolo a conciencia en sus planes de negocios, en otros destinando a ejecutivos especializados a la “gestión del riesgo”, o bien tercerizando el análisis y comprometiéndose con su gestión. Hoy es necesario invertir recursos en gestionar los riesgos de la manera adecuada porque nunca sabemos si a la vuelta de la esquina existe una amenaza que nos saca de mercado, o una gran oportunidad para capturar.  

Ernesto Weissmann
Socio de Tandem.
ew@tandemsd.com

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